"En honor de todos aquellos que me ofrecen el Rosario" (7/10/2006) La Virgen Maria
Mis niños,
vengo a describirles hoy el vestido que llevo en honor de todos aquellos que me ofrecen el Rosario.
Está recubierto de perlas, estas perlas representan cada pequeña cuenta de los rosarios que, día tras día, hora tras hora, esperanza tras esperanza, depositan en mi Corazón.
Cada pequeña perla refleja la Luz de Dios, y viene a tocar, en este mismo momento, a todos los corazones que un día me rogaron.
Este adorno es el del agradecimiento hacia todos aquellos que me rezan con sinceridad y que un día han vuelto su mirada hacia mí para pedir que les ayude.
No hay alegría más grande para mi Corazón Inmaculado, que la de poder venir en vuestra ayuda y recibir en mi Corazón de Madre, las súplicas de vuestros corazones de niños.
Así mi Corazón se encuentra consolado, y esto no le gusta al enemigo de las almas que intenta por todos los medios hacer zozobrar a todos aquellos que tuvieron el deseo de consolar a mi Corazón.
Es por lo que vuestra oración debe ser sincera y ofrecida
No solamente para vosotros mismos sino también por la salvación de las almas.
Es por lo que de debéis tener siempre el empeño de dirigiros a vuestra Madre, con la intención de ofrecer, incluso antes de haber recibido.
Cuanto más generosos sean vuestros corazones tanto más aptos serán para recibir todo lo que yo, por la gracia de Dios, quiero darles.
Un corazón que busca recibir para él mismo, se cierra sobre su petición y restringe por ahí mismo su capacidad para recibir.
Cuanto más pidan para los demás, tanto más llegaran a ser capaces para recibir para ustedes mismos
Dios ve los corazones sinceros.
En un corazón sincero, Dios se complace, y puede vivir.
Amén
Mis niños le bendigo, vengo a poner en sus cabezas mi velo adornado de perlas blancas.
Vengo a darles la solidez del Amor sincero, del Amor firme en la presencia de Dios. Vengo a darles la solidez de la eternidad en el corazón mismo del Amor.
Y deposito en sus corazones, una de estas perlas tan preciosas para mi Corazón.
Amén
Gracia Maria
© www.coeurs-unis.org
www.los-corazones-unidos.net
vengo a describirles hoy el vestido que llevo en honor de todos aquellos que me ofrecen el Rosario.
Está recubierto de perlas, estas perlas representan cada pequeña cuenta de los rosarios que, día tras día, hora tras hora, esperanza tras esperanza, depositan en mi Corazón.
Cada pequeña perla refleja la Luz de Dios, y viene a tocar, en este mismo momento, a todos los corazones que un día me rogaron.
Este adorno es el del agradecimiento hacia todos aquellos que me rezan con sinceridad y que un día han vuelto su mirada hacia mí para pedir que les ayude.
No hay alegría más grande para mi Corazón Inmaculado, que la de poder venir en vuestra ayuda y recibir en mi Corazón de Madre, las súplicas de vuestros corazones de niños.
Así mi Corazón se encuentra consolado, y esto no le gusta al enemigo de las almas que intenta por todos los medios hacer zozobrar a todos aquellos que tuvieron el deseo de consolar a mi Corazón.
Es por lo que vuestra oración debe ser sincera y ofrecida
No solamente para vosotros mismos sino también por la salvación de las almas.
Es por lo que de debéis tener siempre el empeño de dirigiros a vuestra Madre, con la intención de ofrecer, incluso antes de haber recibido.
Cuanto más generosos sean vuestros corazones tanto más aptos serán para recibir todo lo que yo, por la gracia de Dios, quiero darles.
Un corazón que busca recibir para él mismo, se cierra sobre su petición y restringe por ahí mismo su capacidad para recibir.
Cuanto más pidan para los demás, tanto más llegaran a ser capaces para recibir para ustedes mismos
Dios ve los corazones sinceros.
En un corazón sincero, Dios se complace, y puede vivir.
Amén
Mis niños le bendigo, vengo a poner en sus cabezas mi velo adornado de perlas blancas.
Vengo a darles la solidez del Amor sincero, del Amor firme en la presencia de Dios. Vengo a darles la solidez de la eternidad en el corazón mismo del Amor.
Y deposito en sus corazones, una de estas perlas tan preciosas para mi Corazón.
Amén
Gracia Maria
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